Matar a la madre patria

Uno se pregunta si el autor no solo estudia la hispanofobia de algunos de los próceres latinoamericanos del XIX, sino si también la comparte. Muchas de las afirmaciones que hace sobre la colonización española son opiniones o conclusiones del autor un tanto aventurada y fundadas a veces sobre la anécdota conveniente, y no son únicamente traslaciones del pensamiento de aquellos personajes. Grosso modo, uno queda con la idea, tras su lectura, de que todo lo que hizo España fue terrible. Nada se salva, ni las más de 30 universidades que alimentaron aquellas tierras cuando en Brasil nunca se fundó una, ni el mestizaje abundante, ni los talleres, cecas y gremios que incorporaban a indios y mestizos en una sociedad con prejuicios pero sin el racismo ortodoxo del Norte británico. Tal vez mejor leer a Alexander von Humboldt para entender aquella sociedad, es posible que los años de Saralegui en la UPV hayan influido en su paupérrima impresión sobre el legado español. Lo positivo es que el libro, con abundante bibliografía, ayuda a entender la desorientación de aquellas jóvenes repúblicas que se negaban, en esencia, a sí mismas.