El autor conoció a san Josemaría en 1939 y dedica este libro a los tres años que convivió con él. Escrito con toques inimitables de humor y sentido sobrenatural, posee la frescura juvenil de lo vivido.
Reciedumbre, sinceridad y afán por la salvación de las almas brotan de estas homilías del autor. Palabras sencillas y de doctrina clara que hablan sobre la conversión personal, los medios para alcanzar el perdón y vivir...