Cuando los dioses romanos gobernaban Baétulo, sus moradores temían sobre todo a Hades, dios de los muertos y de entre sus acólitos una sobresalía por ser la más despiadada, Arana, o como la llamaban sus víctimas....
La locura hacía brillar los ojos del magistrado romano mientras arrancaba de la pared las preciosas esmeraldas. Al mismo tiempo, sentía un poder descontrolado corriendo por sus venas. Ella le había insuflado nuevas energías...